El
hombre necesita a Dios, y Dios en su Amor, sale a su encuentro
derramando los rayos de Misericordia. El hombre de hoy necesita
escuchar que hay esperanza; que Dios en Su Misericordia quiere que
todos se salven pero la única condición es el cambio de
corazón; el reconocer los pecados y con profundo arrepentimiento
volver a Dios y alejarse del mal.
La esencia del culto a la Divina
Misericordia consiste en la actitud
de confianza hacia
Dios y la caridad hacia el
prójimo.
El Señor Jesús exige que sus criaturas confíen en
Él (Diario, 1059) y hagan obras de misericordia: a través
de sus actos, sus palabras y su oración.
"Debes mostrar
misericordia al prójimo siempre y en todas partes. No puedes
dejar de hacerlo, ni excusarte, ni justificarte" (Diario, 742).
La Imagen presenta al Salvador resucitado que trae la paz a la
humanidad por medio del perdón de los pecados, a precio de su
Pasión y muerte en la cruz.
Los
rayos de la Sangre y del Agua que brotan del Corazón (invisible
en la imagen) traspasado por la lanza y las señales de los
clavos, evocan los acontecimientos del Viernes Santo.
La Divina Misericordia tiene, como fin principal, hacer llegar a los
corazones de cada persona que Dios es Misericordioso y nos ama a todos
y, cuánto más grande es el pecador, tanto más
grande es el derecho que tiene a ella, por lo que ningún alma
debe temer acercarse a El.
Las formas de culto a la Divina Misericordia son:
La Imagen de Jesús
Misericodioso,
La
Fiesta de la Misericordia, La Coronilla de
la Divina
Misericordia,
La
Hora
de la Misericordia y
Proclamar
la Misericordia.