DEVOCION
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Jesús hace nuevas revelaciones a Santa Faustina, religiosa de la Congregación de las Hermanas de la caridad de la Madre de Dios de 1931 a 1938, en Polonia.
La Misión de Santa Faustina consiste en recordar una verdad de la fe, conocida desde siempre, pero olvidada, sobre el amor misericordioso de Dios al hombre y en transmitir nuevas formas de culto a la Divina Misericordia: La Imagen de Jesús Misericodioso, La Fiesta de la Misericordia, La Coronilla de la Divina Misericordia, La Hora de la Misericordia y Proclamar la Misericordia, cuya práctica ha de llevar a la renovación religiosa en el espíritu de confianza y misericordia.
La esencia del culto a la Divina Misericordia consiste en la actitud de confianza hacia Dios y la caridad hacia el prójimo. El Señor Jesús exige que sus criaturas confíen en Él (Diario, 1059) y hagan obras de misericordia: a través de sus actos, sus palabras y su oración. "Debes mostrar misericordia al prójimo siempre y en todas partes. No puedes dejar de hacerlo, ni excusarte, ni justificarte" (Diario, 742).Jesús mismo se le aparece, porque desea
Salvar a la humanidad pecadora por medio de la Misericordia, pues El
dice muchas veces a Santa Faustina:
“La humanidad no conseguirá la paz hasta que
no se dirija con confianza a Mi misericordia.
!Oh! Cuánto Me hiere la desconfianza del alma. Esta
alma reconoce que soy santo y justo, y no cree que Yo soy la
misericordia, no confía en Mi bondad”.(Diario,
300)
“Proclama que la Misericordia es el atributo más grande de Dios” (Diario, 301)
En la vida de Santa Faustina, su confesor y director espiritual el Padre Miguel Sopocko tuvo un rol especial, la motivó para escribir el Diario documentando así las revelaciones que ella recibía sobre la misericordia de Dios, resultó ser un documento excepcional de la mística católica. También gracias a los esfuerzos del Padre Miguel Sopocko se pintó y transmitió al mundo la Imagen con la inscripción "Jesús, en Ti Confío", solicitada por Jesús a Santa Faustina.
Jesús le confía a Santa Faustina la
difusión de la devoción a Su misericordia.
“Tu eres la secretaria de Mi misericordia; te he
escogido para este cargo, en ésta y en la vida futura
(Diario, 1605), (…) para que des a conocer a las almas la gran
misericordia que tengo con ellas, y que las invites a confiar en el
abismo de Mi misericordia” (Diario, 1567).
“Hoy te envío a ti a toda la humanidad con Mi misericordia. No quiero castigar a la humanidad doliente, sino que deseo sanarla, abrazarla a Mi corazón misericordioso(...)Antes del día de la justicia envío el día de la misericordia” (Diario, 1588)
La Divina Misericordia tiene, como fin principal, hacer llegar a los corazones de cada persona que Dios es Misericordioso y nos ama a todos y, cuánto más grande es el pecador, tanto más grande es el derecho que tiene a ella, por lo que ningún alma debe temer acercarse a El.
El Papa Juan Pablo II, que muy probablemente será llamado por los historiadores “el Papa de la Misericordia”, brindó un fuerte apoyo para la difusión. Siendo entonces Cardenal de Cracovia, en 1978, fué revocada la prohibición que esta devoción sufrió por un lapso de veinte años (anunciada proféticamente por Santa Faustina en su Dario) debido a que la Santa sede, había recibido traducciones erróneas y confusas de las selecciones del Diario, las cuales no se podían verificar debido a las condiciones políticas existentes. Sin embargo en 1965, el entonces Cardenal Karol Wojtyla (el Papa Juan Pablo II), por su esfuerzo logró que se comenzara un proceso informativo sobre la vida y virtudes de la entonces Sor María Faustina, con lo que impulsó la apertura de la Causa de beatificación en 1968. Posteriormente, en 1978, la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fé, cambió su decisión original de prohibición y la anuló. El 30 de abril del año 2000 el Papa Juan Pablo II, también de origen polaco, declaró solemnemente que Faustina es Santa.
La respuesta por parte de Sacerdotes, Obispos y laicos de todo el mundo ha sido abrumadora, y la devoción ha crecido y se ha extendido por toda la tierra. Una de las razones de este éxito, sin duda, ha sido el apoyo constante del Papa Juan Pablo II, quien en 1981 publicó la Encíclica “Dives in Misericordia” (Rico en Misericordia) en la que se refiere a Cristo como la “encarnación de la misericordia”, fuente inagotable de misericordia..